El Vino en la Antigua Roma

La Antigua Roma desempeñó un papel fundamental en la historia del vino. Las primeras influencias de la viticultura en la Península Itálica pueden seguirse hasta los griegos y etruscos. El auge del Imperio Romano supuso un aumento en la tecnología y el conocimiento de la producción de vino, que se extendió a todas las partes del imperio. La influencia romana tuvo un profundo efecto en las historias de las principales regiones vinícolas actuales de Francia, Alemania, Portugal y España. En las manos de los romanos, el vino se volvió «democrático» y estuvo disponible para todos, desde el esclavo más bajo hasta el aristócrata, pasando por el campesino. La creencia romana de que el vino era una necesidad vital diaria promovió su extensa disponibilidad entre todas las clases. Esto llevó al deseo de llevar la viticultura y la producción de vino a todas las partes del imperio, para asegurar un suministro estable para los soldados y colonos romanos. La economía también entró en juego, a medida que los mercaderes romanos veían oportunidades de comercio con tribus nativas como los galos ygermanos, llevando la influencia de Roma a estas regiones antes de la llegada de las milicias. Las obras de los escritores romanos —especialmente de Catón, Columela, Horacio, Paladio, Plinio, Varrón y Virgilio— permiten entender el papel del vino en la cultura romana y comprender las costumbres de la época sobre su producción y la viticultura. Muchas de las técnicas y principios desarrolladas por primera vez en la época romana pueden encontrarse en la producción de vino actual.

 

 

Estatua romana de Dioniso (también llamado Baco), el dios del vino (c.150 a. C., Museo del Prado, Madrid).


Las vides salvajes han crecido en la península itálica desde la prehistoria y los historiadores no han sido capaces de señalar el momento exacto en el que empezó su cultivo y la producción de vino. Es posible que la civilización micénica tuviera alguna influencia a través de los primeros asentamientos griegos en el sur de Italia, pero la primera evidencia registrada al respecto se da en el 800 a. C. La viticultura fue bien afianzada por la civilización etrusca centrada en la moderna región vinícola de la Toscana. Los antiguos griegos consideraban al vino un elemento básico de la vida doméstica, así como un producto comercial viable. En toda la Antigua Grecia se animaba a los colonos a plantar viñedos para uso local y comercio con las ciudades-estado griegas. El sur de Italia, con su abundancia de vides nativas, era una ubicación ideal para la producción de vino, siendo conocido por los griegos como Oenotria (‘tierra de vides’).

Cuando Roma creció desde una colección de asentamientos a un reino y luego una república, la cultura vinícola romana se vio influida por las habilidades y técnicas de las regiones que eran conquistadas y pasaban a formar parte del Imperio Romano. Los asentamientos griegos del sur de Italia quedaron completamente bajo control romano en el 270 a. C. Los etruscos, que ya había establecidos rutas comerciales con los galos, fueron conquistados completamente en el siglo I a. C. Las Guerras Púnicas con Cartago tuvieron un efecto especialmente importante sobre la viticultura romana: además de ampliar los horizontes culturales de la ciudadanía romana, también les dieron acceso a las avanzadas técnicas viticultoras de los cartagineses, y especialmente a la obra de Magón. Cuando las bibliotecas de Cartago fueron saqueadas e incendiadas, una de las pocas obras cartagineses que sobrevivieron fueron los 26 tomos de las obras de Magón, que fueron traducidas al latín y el griego en el 146 c. C. Magón fue muy citado en influyentes obras romanas de Plinio, Columela, Varrón y Gargilio Marcial.

Durante la mayor parte de la historia vinícola romana, el vino griego fue el más apreciado, teniendo las variedades locales precios mucho más bajos. El siglo II a. C. empezó la «edad dorada» de la producción de vino romano y el desarrollo de los viñedos grand cru (un tipo de primitivo primer cru romano). La cosecha del 121 a. C. tuvo una fama legendaria y llegó a ser conocida como «cosecha opimia», por el cónsul de la época, Lucio Opimio. Esta cosecha destacó por la gran producción y la inusualmente alta calidad de los vinos producidos, algunos de los cuales se seguía bebiendo unos 100 años después. Plinio el Viejo escribió exhaustivamente sobre los primeros crus de Roma, destacando el falerno, el albano y el cécube. Otros viñedos primer cru incluyen Rhaeticum y Hadrianum, situados a lo largo del Po, en las actuales regiones de Lombardía y el Véneto respectivamente; Praetutium (sin relación con la moderna Teramo, históricamente conocida por el mismo nombre), en la costa adriática cerca de la frontera de Emilia-Romaña y Las Marcas; y Lunense, en la actual Toscana. Alrededor de la propia Roma estaban las fincas de Caecuban (cécube), Falernian (falerno), Caulinum (caulino), Trebellicanum (trebelicano), Massicum (másico), Gauranium (gaurano) y Surrentinum (sorrentino). En Sicilia estaba la primera finca viticultora de Mamertinum. En este apogeo, se estima que Roma consumía cerca de 1,8 millones de hectolitros de vino al año, aproximadamente medio litro diario por cada hombre, mujer y niño.

 

 

Pintura representando la vendimia en Pompeya, recuperada de untermopolio.

 

Uno de los centros vinícolas más importantes del mundo romano fue la ciudad de Pompeya, situada al sur de Nápoles. La zona albergaba una vasta extensión de viñedos, y servía como importante centro comercial con las provincias romanas extranjeras. Era la fuente principal de vino para la ciudad de Roma. Los propios pompeyanos eran famosos por la decadencia de su sed de vino. El culto de Baco, el dios romano del vino, era corriente, encontrándose representaciones suyas en frescos y fragmentos arqueológicos de toda la región. Se han encontrado ánforas estampadas con los sellos de mercaderes pompeyanos por todo el Imperio Romano, incluyendo las actuales regiones de Burdeos, Narbona, Toulouse y España. Hay evidencias que sugieren que la popularidad y notoriedad del vino pompeyano pudo haber dado lugar a un antiguo fraude, empleándose sellos falsos para marcar ánforas de vino que en realidad no procedía de Pompeya.

La erupción del Vesubio en el 79 d. C. tuvo un efecto devastador sobre la industria vinícola romana. Los viñedos de toda la región quedaron destruidos, así como las bodegas que almacenaban la cosecha del año anterior, provocando una dramática escasez de vino. El daño al puerto comercial también dificultó el tráfico de vino con las provincias exteriores. El vino que quedaba sufrió una fuerte subida de precio, dejándolo solo al alcance de los romanos más adinerados. La escasez de vino provocó el pánico entre los romanos, que se apresuraron a plantar viñedos en zonas cercanas a la ciudad, a costa incluso de arrancar campos de cereal para disponer de más terreno. Aunque estos esfuerzos ayudaron a corregir rápidamente la escasez de vino, el subsiguiente excedente de vino también tuvo consecuencias negativas. El exceso de vino provocó una bajada de precios que perjudicó los ingresos de productores y comerciantes de vino. Los campos de cereales arrasados contribuyeron a una escasez de comida entre la numerosa población romana. En el año 92 d. C. el emperador Domiciano promulgó unedicto que prohibía la plantación de nuevos viñedos en Roma y ordenaba arrancar la mitad de los de las provincias. Aunque hay evidencias que sugieren que este edicto fue ignorado en gran medida en las provincias romanas, los historiadores del vino han discutido su efecto sobre las nacientes industrias vinícolas de Hispania y la Galia. Las expectativas del edicto eran que el menor número de viñedos suministrara solo el suficiente vino para consumo doméstico con una pequeña cantidad para comerciar. Aunque los viñedos ya estaban establecidos en estas regiones viticultoras, la falta de ímpetu en el comercio pudo haber supuesto una depresión en la expansión de la viticultura y la producción del vino en estas regiones. El edicto de Domiciano estuvo en vigor durante 188 años, hasta que el emperador Probo lo revocó en el año 280.